El balneario y su entorno afean el viejo barrio de la Prosperidad
Transeúntes y toxicómanos se adueñan de los inmuebles de la zona
En el balneario suelen entrar pandillas, lo mismo que ocurre en un edificio en ruinas al lado de otro pendiente de rehabilitación. MÓNICA IRAGO |
SUSANA LUAÑA
vilagarcía / la voz 12 de marzo de 2014
El que hace más de cien años fue bautizado como barrio de la Prosperidad, lo que da una idea del esplendor que vivía la entrada en Vilagarcía desde Santiago y la primera línea de la playa Compostela, llena de inmuebles de estilo indiano, vive hoy sus luces y sus sombras. Las luces están incluso en entredicho, porque si bien algunos de aquellos viejos inmuebles han sido rehabilitados, en su mayoría lo hizo la inmobiliaria Castriño, lo que en su día escandalizó a más de uno. Con esas viejas mansiones conviven chalés de lujo que, a su vez, tienen que codearse con algunos edificios en decadencia que afean la imagen que en el pasado mejor reflejó el esplendor de la vieja villa.
La zona cero la componen tres edificios en proceso de deterioro. Uno es el balneario, cuya decadencia empezó hace ya 16 años y que sigue a la espera de que el Concello de Vilagarcía resuelva los pleitos que mantiene con la antigua sociedad que lo explotaba y de la que formaba parte el entonces famoso cocinero Paco Feixo. A su lado hay otro viejo edificio que en su día tuvo encanto y del que solo se mantienen en pie las paredes porque está pendiente de obras de rehabilitación. Un cartel las anuncian desde hace más de un año, pero todavía no empezaron. Y pegado a este hay otro en ruinas que en los últimos tiempos está siendo utilizado por transeúntes y toxicómanos, tal y como denuncian los vecinos. No es el único cuyas entradas han sido forzadas, porque las ventanas del antiguo balneario están llenas de grafitis, y muchos han sido pintados desde dentro.
Lo curioso es que el Concello de Vilagarcía invirtió hace dos años la cantidad de 612.000 euros en la rehabilitación del edificio de propiedad municipal que se explotaba en régimen de concesión. Pero ese proyecto, que pasaba por alquilar de nuevo las instalaciones a una empresa de hostelería, no pudo finalizarse porque la fachada que da a la playa está afectada por Costas y este organismo no dio permiso para rehabilitarla. Así las cosas, dos años después, el inmueble no solo está otra vez deteriorado, sino que a menudo es ocupado por pandillas que aceleran ese proceso. No es la primera vez que tiene que acudir la Policía Local.
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