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lunes, 13 de junio de 2016

El corazón de La Prospe

Estas fotos pertenecen a Ferretería Sirera, en la calle López de Hoyos 132 (esquina con Eugenio Salazar), y nos sirven para acompañar gráficamente la historia y evolución del barrio desde el inicio del siglo XX.

La casa de la familia Die, justo en el momento de ser comprada por los Sirera.
La primera está sacada en 1900, el día que se celebró el contrato de arras de la compra del edificio a la familia Die por parte de los Sirera, llegados de Riello (en realidad, la compra la hizo la viuda de Miguel Sirera Fernández, Aureliana García Florez, que quiso conservar el apellido de su esposo y de sus hijos en el negocio familiar). En ella se puede ver una pintada de "Se vende" y, en el suelo, las vías del tranvía sin la catenaria (instalada en 1903), pues todavía eran tirados por caballos, motivo por el cual recibieron el apelativo de “tranvías de sangre”. Estos salían de las cercanas cocheras de la calle Nieremberg, donde comenzaba la línea y donde también se encontraban las caballerizas. En ese momento, la zona era poco más que un altozano en el camino viejo de Hortaleza usado como lugar de descanso donde abundaban las alfarerías y las viviendas de condición humilde, pero que ya era el corazón de todo el barrio.

La ferretería Sirera en torno a 1924.
La segunda fue sacada en torno a 1924 y presenta ya a la ferretería en una esquina de la casa. Como era usual, el piso superior servía de vivienda a la familia, y parte del género se sacaba a la calle para llamar la atención de los transeúntes. El hombre del centro, arreglado para la foto (de "domingo", contrastando con las mujeres que pasean de espaldas a la izquierda, más de diario), es Pedro Sirera García, mientras que el niño de la derecha que se esconde tímidamente es, muy probablemente, su sobrino, Jesús Rodríguez Sirera, que terminaría sucediéndole en el negocio.

Sirera durante la operación asfalto de López de Hoyos (fondo Santos Yubero, ARCM).

La tercera es del 30 de marzo de 1967 durante la operación asfalto, en la que arreglaron López de Hoyos. En ella aparece el mismo edificio, mucho más avejentado debido a una ordenanza municipal que pretendía retrasar más de veinte metros la acera para reducir la curva de la calle y que, como medida coercitiva, prohibía hacer cualquier obra, incluso las más básicas de mantenimiento de la fachada. Los edificios de atrás estaban recién construidos, y son los que a día de hoy aparecen en la acera de los pares de la calle López de Hoyos. La viuda de Jesús, Socorro Santiago Cornejo, optó por derribar cuanto antes y trasladar el negocio y la vivienda familiar al nuevo bloque de pisos.

El edificio actual de la Ferretería, fotografiado en febrero de 1971.
La cuarta es una instantánea de ese mismo bloque tomada con una cámara Polaroid en febrero de 1971, cuando trasladaron la tienda al año de haberse derribado. Habían estado atendiendo incluso una vez derribado el viejo edificio, aprovechando los quince metros de acera para colocar unos tenderetes y continuar ofreciendo sus productos. En el lateral derecho aparece una esquina de una casa antigua con el número 130, perteneciente a Los Rosales, comerciantes de tejidos. Esa era la altura de la acera antigua antes de la reordenación (ese edificio también fue derribado, como todos los de López de Hoyos en la acera de los pares). La Ferretería pasó a ocupar la planta baja y la entreplanta, como antes, además de estrenar un sótano.

La ferretería Sirera acaba de cerrar sus puertas el pasado 7 de mayo, después de más de cien años en el barrio, de la mano de la última generación, los hijos de Socorro (que siempre solía firmar como “Viuda de J. Rodríguez Sirera”): Miguel Rodríguez Santiago y sus dos hermanos1. Al otro lado del portal 132 sigue en pie El Arca de Noé, la mercería de los Cortés, que lleva allí desde 1908, como reza una placa en el suelo instalada por el ayuntamiento de Madrid en su centenario.

La manzana de la ferretería a un mes escaso de su cierre.
Los Sirera y los Cortés, así como los Segoviano, los Cantón, los Vicente y otras familias han contribuido en gran medida a levantar La Prospe desde que no era más que una zona de paso hasta lo que somos ahora, y su relato nos sirve de muestra de nuestra propia historia que, como dijo Miguel de Cervantes, no solo es testigo del pasado, sino ejemplo del presente y advertencia de lo por venir.

Luis Ignacio Rodríguez
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1 Los cuales han expresado su deseo de no aparecer mencionados, pese a la gran importancia y el peso que han tenido en las últimas décadas de la ferretería.

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