BOFH: acrónimo de Bastard Operator from Hell. Así firman los informáticos hartos de las preguntas de los analfabetos tecnológicos.
Lanparty: fiesta de la red o reunión de personas que se juntan para interactuar con sus ordenadores.
Linux: sistema operativo (el programa más básico para que un ordenador funcione) diseñado por multitud de programadores en el mundo y de licencia libre. Su antítesis sería Microsoft, de Bill Gates.
Street view: callejero fotográfico de Google.
La Prospe: Popularmente, La Prosperitat, el barrio de Barcelona con más activistas por metro cuadrado.
-Es usted la primera persona que me manda un enlace de Google street view para quedar en un bar.
-Las (no tan) nuevas tecnologías son algo cotidiano para mí. Me considero un evangelista del movimiento por el software libre. A golpe de talonario, Bill Gates y Microsoft han obstaculizado el avance tecnológico durante décadas. Por suerte, ahora se dedica al Tercer Mundo; al menos hace algo positivo.
-¿Ha dicho evangelista?
-El software libre es un movimiento de millones de usuarios que difundimos una filosofía que derrumba las barreras que impiden el acceso al conocimiento, que es libre y gratuito. En esta época de capitalismo cruel que vivimos, esto es un chorro de comunismo. Google, por ejemplo, es una herramienta libre. Cada día se usa más software de GNU/Linux.
-¿Nunca le han hecho una oferta para que deje de evangelizar?
-No podrían. Son mis convicciones y eso no se vende.
-Además de evangelista, se define como BOFH.
-Es que los administradores de sistemas recibimos cada llamada.... Yo he llegado a escuchar: «Oye, el posavasos del ordenador no funciona». ¿Posavasos? «Sí. Esto que entra y sale».
-¡La bandeja del CD!
-Al principio te ríes, pero luego te pones de los nervios. Si la gente condujera igual que maneja un ordenador, estaríamos todos muertos.
-Ustedes también son un rato raros.
-Seguro.
-En su caso, ¿desde cuándo es así?
-Empecé a los 8 años con aquellos ordenadores de monocromo verde.
-En los años 80 no era nada habitual que un niño tuviera ordenador.
-Somos de clase obrera total y mi madre sudó tinta para comprarme un ordenador. Mi tío, que era ingeniero nuclear, cambiaba de ordenador cada pocos meses y me vendía el suyo a mitad de precio. Fui heredando su CPC, el de cinta, el de disquete..., luego ya pasé al Pentium I.
-¿A esa edad no debería estar jugando a fútbol?
-Jugaba a fútbol y hacía taekuondo. Era un chico normal, pero, en lugar de estar todo el santo día en la calle, me metía a trastear con el DOS, el sistema operativo previo al Windows.
-¿Alguna otra rareza?
-Con 13 años entré en el club de rol del Casal de Joves de Prosperitat, donde conocí a una serie de frikis de todas las edades. Con los años empezamos a organizar lanparties. Nos juntábamos en agosto, cuando cerraba el casal: el día 1 bajábamos los ordenadores de casa y el 31 nos los volvíamos a llevar. Nos tirábamos 31 días comiendo pizza en aquel zulo.
-Menudas vacaciones.
-Empezamos siendo 15 y terminamos 40. Venía gente de Madrid, del País Vasco… y no cabíamos. Los políticos alucinaban. Escuchaban eso de party y ya pensaban que era una fiesta: «Que no, que tienes que quedarte con lo de lan, no con lo de party», les repetíamos. En el 2008 fundamos la asociación Packet Loss y nos ofrecieron el Palau Sant Jordi. Flipamos.
-¿Alguna vez desconecta?
-Nunca. Además, suelo trasnochar; duermo cuatro o cinco horas. Tengo que arañarle horas al día como sea.
-¿Tanta pantalla no le aísla?
-¿Aislado? Yo voy geolocalizado.
-¿Geolocalizado?
-Tengo una lista de contactos y mi móvil les indica dónde estoy. Yo también puedo ver si mi amigo Antonio está en el barrio e ir allí directamente a tomar una cerveza; si está en su casa, no le molesto.
-Y entre tomar una cerveza con Antonio o chatear con alguien que está en Finlandia, ¿qué prefiere?
-Con los dispositivos móviles puedo hacer ambas cosas a la vez, como si el finlandés estuviera sentado en la mesa con mis amigos. Es otra forma de interactuar socialmente.
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